La televisión y la cultura

Se cumplen ahora tres años de la presentación del plan de impulso al sector audiovisual «España, Hub Audiovisual de Europa». El anuncio lo hicieron el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la entonces vicepresidenta primera y Ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño. El Plan definió el sector audiovisual como sector estratégico de la economía y planteó para 2025 aumentar un 30% la producción audiovisual realizada en España. En realidad, podemos afirmar que la industria audiovisual es un sector estratégico de un país sin más porque, independientemente de la parte empresarial, el producto audiovisual traslada a la población propia y extranjera los valores culturales de la nación. Esto es evidente, no tenemos más que mirar lo mucho que han hecho el cine y las series norteamericanas por su país, sus símbolos y su cultura. El audiovisual tiene la capacidad de fijar los hechos, sean realidad o ficción, en la memoria colectiva. Y no se trata sólo del soporte y el lenguaje específico, también del sentimiento de comunidad que genera el compartir conversación en torno a cuestiones que forman parte de nuestro activo cultural.

En este punto, y dado que hoy la televisión en su más amplio sentido es capaz de realizar obras de ficción con al menos la misma (y muchas veces superior) calidad que el cine ¿por qué no forma parte de lo que habitualmente se llama «la cultura»? El producto para televisión y plataformas por antonomasia son las series de televisión, pero por una cuestión de formato, costes y ROI. Es lo que más fideliza y lo que permite economías de escala, pero ahí tenemos series estrenadas en televisión de pago (Nos vemos en otra vida, La Mesías o Las noches de Tefía, por nombrar algunas del último año) producidas por televisiones y plataformas contándonos nuestro presente y ayudándonos a entender nuestro pasado. Hoy en día las historias son transmedia y se adaptan al formato que mejor las transmite o aquel para el cuál logran financiación. Siempre se han tratado los productos televisivos como cultura pop frente al cine, que parece corresponderse más con una cultura ilustrada, pero hoy no tiene mayor sentido la diferenciación entre productos únicamente en función del modelo de negocio o la ventana de exhibición. Habrá obras de televisión que trasciendan el tiempo y perduren en la memoria colectiva como ejemplo de transmisión de valores igual que habrá obras cinematográficas que sean puro entretenimiento. La televisión, a veces, también es cultura y nos provee de la independencia y la diversidad de pensamiento necesaria para garantizar una sociedad sana y una visión democrática. Pasen y vean la calidad de la producción de ficción televisiva en España. No se arrepentirán.

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