Menos es más

Los estudios convertidos en plataformas de streaming están tomando decisiones continuamente en su plan por ahorrar costes, escalar sus negocios D2C y conseguir alcanzar cuanto antes el punto de equilibrio. Después de una etapa de expansión en la que se han dinamitado algunas ventanas (fundamentalmente Pay TV y físico, y TVoD además en la producción local) necesitan contención, nuevos canales de distribución y nuevas alianzas.

Y así leemos que ESPN (Disney), FOX y Warner Bros. Discovery han montado un hub en USA con sus ofertas de streaming deportivo; que Disney+, HBO MAX y Paramount están retirando de su catálogo en plataforma producto de cine y series en ciertos mercados para venderlo a terceros -aparentemente-; que Paramount va a producir menos originales internacionales (locales) para centrarse en los hits Hollywoodienses (espero que en lugar de expandir franquicias o hacer remakes caminen hacia una estrategia lo más parecida a la de Robert Evans en los 70) o que, como en el caso de Disney, van a invertir 1.500 millones de dólares en la industria del videojuego de la mano de Epic Games.

Por otra parte, Kantar ya ha avisado en EE.UU. de que su mercado de streaming está alcanzando el punto de saturación total, con el 95% de los hogares americanos con al menos una suscripción. Eso ha traído una gran insatisfacción para el consumidor y mucha fatiga, porque es agotador vivir permanentemente en la novedad y lo demuestra el hecho de que hasta un 82% de los consumidores quieren un portal de streaming unificado. Mientras tanto, las compañías que no provienen de la producción de cine y televisión tradicional, sino de la tecnología o el comercio online como Apple, Amazon o YouTube, representan una fuerte competencia con sus servicios de entretenimiento, principalmente video y música. Compañías que compiten de otra manera porque tienen otra naturaleza.

Así, Apple TV+ se ha plantado ya en los 1.000 millones de suscriptores de pago con sus servicios de streaming y cloud storage, con récord de ingresos y además, la última película de Martin Scorsese (Killers of the Flower Moon), producida por sus estudios, tiene 10 nominaciones en los Oscars. Por su parte, Amazon tiene ya 200 millones de subscriptores en Prime (incluyendo Prime Video) y YouTube Premium y Música tiene alrededor de 100 millones de suscriptores de pago. Comparen estos números con los 247,15 millones de suscriptores de Netflix o los 111,3 millones de Disney+. La competencia y la lucha por la atención y el dinero del consumidor en el entorno digital es feroz. Y en esta guerra hay compañías mejor posicionadas que las majors que pueden dar muchas sorpresas.

Al final, atendiendo a la naturaleza de la compañía, Netflix no es un estudio, Apple no es un broadcast, Amazon no es un servicio de streaming y, por localizar, Movistar+ no es una productora. Todas estas compañías nacieron con un objetivo distinto a la producción audiovisual y ahí están posicionándose mientras los estudios, que nacieron para producir, pelean con sus diferentes divisiones de negocio a lo largo de toda la cadena de valor audiovisual con el fin de conseguir la fidelidad del cliente. Y yo pienso que, a veces, menos es más.

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