Las historias reales y las adaptaciones literarias dominan el año de series en España

Con el final de 2024 llega el momento de hacer balance de una cosecha de series que ha dejado varios títulos muy destacados, y bastante variados, pero que también se ha ajustado a las tendencias globales de confiar en las adaptaciones literarias y en los hechos reales para crear nuevas ficciones.

El sector televisivo en España está viviendo, todavía, una época de bonanza. Mientras en el resto de Europa se reducen las producciones y países como Reino Unido están sumidos en una notable crisis, nuestro país es el único, junto con Francia, donde el número de producciones ha aumentado en 2024, según los datos de la consultora GECA. El impulso dado por la creación del Audiovisual Hub puede tener parte de la culpa, además de que en España se da una circunstancia que también la distingue de buena parte de sus vecinos europeos, como es que son las plataformas de streaming las que lideran la producción de series. La irrupción definitiva este año de Disney+ con sus ficciones originales ha sido una de las grandes novedades de un sector que también ha estado marcado por cambios entre algunos ejecutivos: Max contrató a Alberto Carullo para sustituir a Miguel Salvat como su jefe de producción original, pero Carullo se incorporará en enero a Mediaset como su nuevo director de contenidos, y en Amazon perdieron a María José Rodríguez, responsable de producciones originales en España, que se iba a Globomedia como nueva directora general. 

La irrupción de Disney+ con sus ficciones originales ha sido una de las novedades del sector, donde abundan los true crime e historias reales

Todo esto ha marcado, en parte, el panorama de la ficción en televisión y en streaming. Sintiéndose aún los últimos coletazos del fenómeno de La Mesías entre premios y crítica, las series nacionales se han articulado alrededor de tres grandes tendencias: la adaptación de IPs ya conocidas, mayoritariamente libros o series extranjeras; las historias reales, ya fueran biopics o true crime, y los thrillers, un género que continúa inasequible a cualquier variación. «La comedia sigue siendo una asignatura pendiente de las series españolas y no por falta de interés del público», explica Álvaro Onieva, periodista especializado en series en Fotogramas: «Con la excepción de las tres series de los hermanos Caballero (La que se avecina, Machos alfa y Muertos SL), solo han probado suerte pocas ficciones: las fallidas Atasco y En fin y la notable Mamen Mayo, amén de Medina, el estafador de famosos, híbrido entre documental y ficción». 

Celeste (Movistar Plus+)

Esta última serie encapsula otra tendencia que Elena Neira, profesora de comunicación en UOC, apuntaba en una conferencia en el pasado festival South Series de Cádiz sobre el futuro de la ficción en Europa, que es la gran popularidad de las docuseries, sobre todo en plataformas: «Las docuseries tienen una salida muy rápida porque se producen y se emiten muy rápido». Y el true crime es, ahí, un impulso innegable. Ha habido ejemplos como el de El caso Sancho, en Max, emitido prácticamente a la vez que se dictaba sentencia en el juicio por asesinato de Daniel Sancho en Tailandia, y otros que se fijan en crímenes muy famosos para trazar una radiografía de cómo era España en aquellos momentos, caso de Lucrecia, un crimen de odio (Disney+), Publio, el secuestro sin fin (Max) o 900 días sin Anabel (Netflix). El gran fenómeno de la segunda mitad del año en este sentido ha sido Cómo cazar a un monstruo (Prime Video), híbrido también entre docuserie y reportaje de YouTube en el que Carles Tamayo sigue a un hombre condenado por abusos a menores que lleva meses sin entrar en prisión. 

 Basado en hechos reales 

Todas estas docuseries son solo la punta del iceberg del gran interés que los hechos reales han suscitado en la ficción nacional, especialmente en su vertiente de biopic. Es una tendencia que ya estaba presente el año pasado y que este se ha reforzado con estrenos como El gran salto (Atresplayer), sobre el gimnasta olímpico Gervasio Deferr. Para Eneko Ruiz, analista de series en El País, «la caja de los truenos la abrieron un poco los Javis, con Veneno. Era un género que antes no se había explorado tanto, salvo en miniseries históricas de TVE que no hicieron mucha mella o cosas camp como Felipe y Letizia. Entre otras cosas, daba miedo a que denunciaran». Ruiz apunta también que se está huyendo de los biopics tradicionales y que se busca tener un mensaje más allá de simplemente contar la vida de su protagonista: «En el caso de Las abogadas (TVE), por ejemplo, no deja de ser una serie de juicios pero que aprovecha los sucesos y personajes históricos, y Cristóbal Balenciaga (Disney+) es una exploración más profunda de la psicología de un personaje cuya manera de pensar precisamente siempre está soterrada. Ambos tienen algo de biopic, pero son series muy distintas y personales». 

Imagen de ‘Nos vemos en la otra vida’. Las series basadas o inspiradas en casos reales han tenido un hueco estelar en la programación

Las abogadas, además, forma parte de una tendencia en la que unas cuantas de esas series que cuentan hechos reales se ambienten a finales del franquismo o durante los primeros momentos de la Transición, y si pueden encajar dentro de la categoría de true crime, todavía mejor, caso de Asalto al Banco Central (Netflix), sobre un famoso atraco ocurrido en Barcelona en 1981, y El Marqués (Telecinco), que dramatiza el crimen de los Galindos, ocurrido en 1975. Álvaro Onieva cree que la culpa de todo esto la tiene el éxito de El cuerpo en llamas (Netflix), que contaba el crimen de la Guardia Urbana: «el éxito de esa serie ha sido revalidado por el de El caso Asunta, por lo que podemos intuir que esta plataforma, y sus rivales, se interesarán en adaptar otros casos truculentos de la crónica negra nacional. Ambas ficciones comparten elencos con actores de primer nivel e historias morbosas más o menos conocidas por todos, esta vez presentadas de forma dramatizada en una serie limitada, y son series que suelen viajar bien». 

Este año se han estrenado series diarias como Regreso a las Sabinas en Disney+

También entran dentro de la definición de thriller, que sigue siendo un género muy popular porque, como señalaba Gloria Saló, directora de contenido y producción en GECA en el South Series de Cádiz, «el gran problema actualmente es la capacidad de movilizar a la audiencia rápidamente», y ahí el drama policiaco suele ser una buena apuesta. De hecho, y como indica Onieva, es uno de los pilares clásicos de la ficción nacional: «Dos géneros se mantienen, y ya desde hace años, como pilares fundamentales de la ficción española: las series sobre grandes pasiones y sentimientos en distintas variantes [en Respira (Netflix) mezclado con el drama médico-, ¿A qué estás esperando? (Atresplayer) con un toque sexual, y la época con La sombra de la tierra (Atresplayer) y los seriales de sobremesa de TVE] y el thriller clásico [Rapa (Movistar Plus+), Ángela (Atresplayer), Las largas sombras (Disney+)]. Si bien no ha habido grandes triunfos entre estas propuestas, no parece que quienes eligen qué series vemos vayan a cejar en su empeño». 

También series episódicas semanales como Querer «visualizadas desde lo cinematográfico», en palabras de su directora Alauda Ruiz de Azua

 La vuelta del «ventaneo» 

Uno de esos thrillers, Entrevías, ha demostrado también en estos meses la importancia del «ventaneo» a la hora de amortizar las producciones, algo cada vez más importante. Se han recuperado los acuerdos entre canales generalistas y plataformas para que las series de los primeros se vean en segunda ventana en las segundas, donde les puede ocurrir como a Entrevías y convertirse allí en un éxito mientras en su emisión en Telecinco pasó más discreta. El ejemplo más claro, de todos modos, se ha visto con la peculiar «guerra de las series diarias», por llamarla de alguna manera, que se ha dado entre Netflix y Disney+. La segunda se animó a producir, por primera vez en España, una diaria, Regreso a las Sabinas, a lo que la N roja respondió firmando un acuerdo con TVE para emitir, al día siguiente de que se viera en La 1, su nueva diaria de época, Valle Salvaje. La capacidad de esas series para convertirse en citas de programación y fidelizar a la audiencia es algo muy perseguido por las plataformas. 

Además, estas ficciones se han adelantado a las de prime time a la hora de tocar ciertos asuntos; el asesinato de los abogados de Atocha, por ejemplo, se contó en una temporada de Amar es para siempre antes de que centrara Las abogadas, y ese ánimo de no cerrarse a casi ninguna temática parece que se ha trasladado al resto de series. «La gran tendencia de este año (al menos de las mejores) creo que ha sido tratarnos como adultos y nada tontos con temas que pueden ser espinosos, como la violencia sexual (Querer), la adicción (Yo, adicto), la sanidad (Respira) e incluso el ELA (en Rapa). La muestra de que ya no hay temas tabú es que incluso podemos tener una protagonista inspectora de Hacienda (Celeste)», señala Eneko Ruiz. 

Reina Roja, uno de los estrenos más destacados del año, es una adaptación literaria de la primera novela de la trilogía de Juan Gómez-Jurado.

Algunas de esas series se basan en libros, como Yo, adicto (Disney+), un verdadero boom a nivel mundial al que España no es ajena. Ha habido hasta nuevas adaptaciones de títulos que ya habían sido trasladados al cine (caso de La pasión turca en Antena 3). La razón detrás de esto es, como apunta Onieva, se busca «apoyarse en un material previo para minimizar el riesgo, en la mayoría de los casos adaptando libros, ficciones extranjeras (Ángela), IPs de largo recorrido (Zorro) o historias reales». De una saga de libros extrajo Prime Video uno de sus éxitos de la primera mitad del año, Reina Roja, y contar con ese material ya preexistente marca de antemano la duración de las series, algo que también apunta Onieva que se ha visto con claridad este año: «En general, no encontramos series de mucho presupuesto en este 2024 como grandes apuestas y tampoco se intentan conseguir éxitos a largo plazo. Pocas series nacen con la vocación de durar varias temporadas. En todo caso, las producciones se agarran a la fórmula de Big Little Lies: esto es una serie limitada salvo que un inusual éxito provoque lo contrario». 

Yo, adicto adapta la novela homónima de Javier Giner

 Todas estas tendencias, además, se van a mantener el año que viene, a juzgar por los proyectos que se han ido dando a conocer en los últimos meses. Será también el momento en el que Max reactive sus estrenos nacionales después de la última reorganización de la plataforma y, de hecho, una de sus grandes apuestas es, precisamente, un thriller basado en un libro, Cuando nadie nos ve. El mercado español no es ajeno a las incertidumbres presentes a nivel global y van a continuar buscándose proyectos con la mayor garantía posible. Y eso es sinónimo de adaptación de un material previo que ya haya demostrado que funciona. 

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