Transmedia: entre la ficción y la sostenibilidad económica

En una industria donde las pantallas se multiplican y la atención se fragmenta, las series transmedia nativas se perfilan como una fórmula ambiciosa para conectar con las audiencias y generar nuevos retornos.

Por Francesca Mandolini

No se trata de adaptar un contenido existente, sino de concebir desde el inicio un universo narrativo que se despliega simultáneamente en TV, redes sociales, podcasts, web, eventos y hasta videojuegos. En España, el consumo digital crece de forma sostenida. El Observatorio de IAB Spain (marzo 2025) confirma la consolidación de plataformas híbridas y públicos multipantalla. Pero producir desde el inicio para varios formatos supone más riesgo y plantea una cuestión clave: ¿es económicamente viable este modelo en el contexto actual? 

 

UNA INDUSTRIA EN EXPANSIÓN 

En 2022, España fue el cuarto productor europeo de ficción TV, por detrás de Alemania, Reino Unido y Francia, según el Observatorio Audiovisual Europeo. Se lanzaron 39 títulos originales, más de la mitad encargados por Netflix. Este impulso, sumado a un marco fiscal atractivo, ha posicionado al país como hub para plataformas internacionales. 

Aunque la producción europea de ficción cayó un 6 % en 2023 (Informe Key Trends 2025), España destaca en la producción y consumo de ficción europea, consolidándose como excepción en un mercado donde los títulos de la UE representan solo el 30 % del tiempo de visualización en SVOD. Con un 22,6 % de cuota de visionado de contenidos nacionales, supera su peso en catálogo y lidera la inversión global en originales europeos (18 %), por encima de Francia, Alemania e Italia (11 %). Además, figura entre los principales productores de series de larga duración junto con Alemania y Grecia. Esta combinación de inversión y acogida explica el éxito de títulos como La chica de nieve o Hasta el cielo, que trascienden el mercado local y refuerzan la proyección del contenido español. 

Pese a este posicionamiento, los modelos transmedia siguen siendo minoritarios. La mayoría de las series en los últimos años responden a estructuras lineales tradicionales. Sin embargo, casos como Yrreal (RTVE Play), que combinó episodios interactivos y narrativa en Instagram; Skam España (Movistar+), que integró redes sociales en tiempo real; o Rapa, que amplió su universo con un podcast narrativo, demuestran el potencial del enfoque. 

Estas propuestas ilustran el potencial del modelo, pero también evidencian una brecha: pasar de casos aislados a un modelo industrial exige transformar cómo se financia, produce y evalúa el contenido. Y todo ello en un entorno marcado por la digitalización, la necesidad de eficiencia y una creciente cautela inversora. 

¿CUÁNTO CUESTA EXPANDIRSE? 

Producir una serie transmedia nativa no es sólo más caro: es estructuralmente más complejo. Requiere equipos especializados, desarrollo tecnológico, narrativa multiplataforma desde el guion y una estrategia de distribución coordinada. 

Aunque no existen informes públicos que detallan los costes de este tipo de producciones, sí hay datos orientativos. Según la CNMC (marzo 2025), en 2022 los prestadores audiovisuales invirtieron 380,6 millones de euros en obra europea, de los cuales 250,9 millones se destinaron a series en lenguas oficiales. Atresmedia encabezó la inversión (76,4 M€), seguida por Telefónica, Disney, RTVE y Mediaset. 

Esto confirma que la ficción seriada concentra el grueso del gasto en contenido, aunque no se desglosen los presupuestos por título. El Key Trends 2025 revela además una tendencia europea hacia temporadas más cortas y costes racionalizados. En este contexto, el transmedia implica una inversión más dispersa y compleja, al requerir múltiples formatos desde el inicio, lo que dificulta tanto su financiación como la medición del retorno. 

FINANCIACIÓN 

A día de hoy, el ecosistema de financiación audiovisual en España es tan diverso como fragmentado, y requiere de los productores una capacidad estratégica para combinar fuentes públicas, incentivos fiscales e inversión privada. Aunque el ICAA no contempla ayudas directas a series transmedia como tal, mantiene activas diversas líneas estatales de apoyo a la producción y a la promoción de proyectos innovadores, muchas de ellas financiadas a través de los fondos europeos Next Generation, cuya ejecución continúa en 2025. Entre ellas, destaca la línea de ayudas a videojuegos, podcasts y contenidos digitales del Ministerio de Cultura, cuya cuarta edición, dotada con 5 millones de euros, se ha lanzado este año.  

A escala autonómica, comunidades como Cataluña, Navarra, Euskadi o Canarias han desarrollado convocatorias específicas para pilotos de series, formatos híbridos o contenidos en lenguas cooficiales, con coberturas de hasta el 30 % del presupuesto. A estas se suman iniciativas locales como las ayudas del Ayuntamiento de Madrid o las inversiones del clúster gallego, que refuerzan la dimensión territorial de la producción. 

Completan el mapa los programas como Europa Creativa MEDIA y los apoyos del ICEX para internacionalización. 

Los incentivos fiscales siguen siendo otro pilar esencial para cerrar presupuestos. A nivel estatal, se mantiene la deducción del 30 % sobre el primer millón de inversión, mientras que regiones como Navarra ofrecen hasta un 50 %, y Canarias alcanza el 54 %, siempre que se cumplan los requisitos de gasto y validación local. Estas ventajas posicionan a España como uno de los entornos más competitivos de Europa para atraer y consolidar producciones, aunque solo se activen en fases posteriores a la ejecución.  

Así, el productor se convierte en una figura híbrida: debe gestionar subvenciones autonómicas, fondos europeos, plataformas, licencias e incentivos fiscales. La sostenibilidad del modelo transmedia dependerá de su capacidad para articular una financiación combinada coherente con la lógica expandida de estas narrativas. 

MÁS ALLÁ DEL SHARE  

El retorno de una serie transmedia no puede medirse con métricas convencionales. La audiencia lineal, el número de visualizaciones o la duración media de visionado son insuficientes para captar su impacto real. Aquí el éxito se evalúa por el tiempo total de engagement, la interacción entre plataformas, la comunidad generada, la venta cruzada o el uso de datos. En los mejores casos, la narrativa se convierte en marca. 

Sin embargo, ni las instituciones ni la mayoría de las plataformas aplican sistemas integrales de medición para estos formatos. Y sin datos, resulta difícil defender el modelo desde la inversión. 

Lo que sí sabemos es que el público está. Según el informe anual de Barlovento Comunicación 2024, 2,9 millones de personas en España ya consumen exclusivamente televisión híbrida u OTT, con una edad media de 42 años, frente a los 58 de la TV lineal. Este es el público natural del modelo transmedia: conectado, multicanal y dispuesto a implicarse con una historia. 

Además, según PwC Entertainment & Media Outlook España 2024–2028, la industria crecerá a un ritmo del 2,6% durante los próximos cinco años, hasta alcanzar los 42.907 millones de € en 2028. 

Globalmente, el mercado SVOD crecerá a un ritmo del 7,4 % anual, alcanzando los 3.125 millones de € en 2028. Esto confirma que las oportunidades existen —pero exige formatos que generen valor más allá de la emisión.  

DE LA CREATIVIDAD AL NEGOCIO 

Para que las series transmedia nativas dejen de ser una rareza y se conviertan en un modelo sostenible, es necesario repensar desde la raíz cómo se conciben, financian y evalúan. 

Inversión por tipo de obra (en €)

El primer paso es narrativo: los proyectos deben nacer con una lógica transmedia integrada, no como extensiones añadidas a posteriori. El segundo es estratégico: la financiación debe articularse desde múltiples fuentes, accediendo tanto a líneas audiovisuales como a fondos para innovación, formación o internacionalización. 

El cambio también debe ser institucional. Las políticas culturales, tanto estatales como autonómicas, han de adaptarse para incorporar nuevos formatos y reconocer métricas de retorno más allá del share. Solo así podrán acompañar —y no frenar— esta evolución narrativa. 

En este contexto, los productores que conciban la narrativa como un sistema modular, integren equipos multidisciplinares desde el desarrollo y activen comunidades antes del estreno estarán mejor posicionados. Porque en el nuevo ecosistema, contar una historia ya no basta: hay que construir un universo que se viva en todas partes. 

 

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